In Manual para Divorciados

Una cosa que disfruto de nuestra sociedad es la versatilidad del uso de las palabras que los políticos ponen de moda.  Una de las más empleadas  en meses pasados, fue “desvincular”,  que hasta hace poco significaba cancelar.  Hay que reconocer que suena mucho más elegante decir “me desvincularon” a decir “me botaron”.

En el aspecto de parejas, cualquier persona es candidata a desvincular o que la desvinculen. No importa las cualidades que tenga. Puede ser atractiva, inteligente, familiar, mba-essay.com profesional, buena gente y todo lo mejor.  Pensaras: “pero solo un loco o una loca renuncia a semejante oportunidad”; pues no, la magia del amor no se prende con cualquiera. La “química” tiene un efecto irracional en la atracción que supera lo racional de la oferta.

Desvincularse de una relación a tiempo es un arte, o como dice un amigo, “si conquistar es una obra de arte, saber dejar a tiempo es una obra maestra”. Es un acto de valentía y de ownessay.com verdadera consideración si precisamente la persona con que nos tocó compartir nos ama y no conseguimos enamorarnos de ella en la misma medida.

En este sentido, a veces el estatus de confort nos inmoviliza dejando que el tiempo pase, con lo que provocamos involuntariamente que la persona que ama aumente sus expectativas y cada vez se nos haga más difícil la ruptura. Se desarrolla un sentimiento de pena o culpabilidad y nos sentimos paradójicamente crueles – en lugar de humanos- si debemos romper por lo sano. Todo se vuelve entonces como una gran bola de nieve. Lo peor es que cada uno de los presuntos implicados hace tiempo que percibían las señales de humo, pero ninguno quería ver las cenizas por donde caminaban.

Cuando la situación es intolerable entonces comienza la selección de las excusas apropiadas para no herir sentimientos ajenos. Me hubiese gustado escribir algunas más creativas pero todavía siguen en el Billboard las gastadas como:“estoy confundido”, “necesito mi espacio”, “no te merezco”,”, “necesito un tiempo para pensar”,  “el problema no eres tú, soy yo”, “sé que soy yo el que pierdo”, “te dije que soy un espíritu libre”, “seguro que te irá mejor sin mí” “esto me duele a mí más que a ti” y otras más,  donde siempre el victimario se coloca como víctima para lucir empático.

Para todos los que han sufrido los anteriores argumentos, si lo piensan BIEN, el terminar a tiempo una relación que solo uno de los dos cree que funciona, es lo mejor que puede sucederle a alguien.  Una vez comprobado los hechos y cerrado el caso, no hay que apelar.  Claro que a quien le recitan estas perlas no va a sentirse bien, pero lo que no debemos permitirnos es que estropeen nuestro ego, ni sentirnos a menos.  No perdamos el tiempo en lucubrar que hicimos mal o si hubiésemos hecho esto o aquello tal vez pudimos retener nuestra pareja.  ¿O acaso crees que una persona que se gana la lotería la deja porque no sabe que hacer con el dinero?

Aceptemos las disculpas y seamos agradecidos porque llegó la hora, “no de pasar la página, sino de cerrar el libro”, como dice mi amiga Fifi.   Es seguro que nos irá mejor, sencillamente porque no merecemos vivir una relación sin amor.  Podemos retener un cuerpo, pero no podemos encadenar su alma, el daño sería doble. Tenemos que llenarnos de optimismo y pensar que estamos reservados para un plan superior.

No hay mejor remedio ni mayor consejero que el tiempo,  ni una canción que lo exprese mejor que la interpretada a dúo José José y Marco Antonio Muñiz:

“Sabía virtud reconocer el tiempo, a tiempo amar y desatarse a tiempo, como dice el refrán dar tiempo al tiempo, que de amor y dolor alivia el tiempo.”

 

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