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Todos los seres humanos experimentamos emociones diariamente. Acorde a nuestras percepciones, experimentamos acontecimientos que nos hacen calificarlos de buenos y malos; por lo que actuamos y sentimos en  consecuencia.

Pocos conocen que las emociones liberan hormonas que pueden ser tanto beneficiosas como perjudiciales para la salud. Las que son calificadas como buenas son aquellas que aportan sensaciones de felicidad, alegría y placer; cuando las dopaminas y essays-buy serotoninas hacen una danza interna, nos sentimos rejuvenecidos, eufóricos y con una gran sensación de bienestar. Solo tenemos que recordar los momentos en que nos sentíamos enamorados, logramos alguna meta –nos graduamos, conseguimos un proyecto y demás.

Cuando los acontecimientos nos afectan negativamente, una hormona llamada cortisol, toma el control de nuestro sistema inmunológico y afecta nuestros órganos, llegando a causar no essaysbuy.com sólo stress sino también enfermedades terminales, razón por la cual debemos vigilar el efecto que tienen algunas de estas emociones para nuestra salud. No basta con el ejercicio físico –aunque es un catalizador excelente para la liberación de dopamina (hormona del placer), sino que debemos hacer consciencia de nuestras reacciones y nuestro comportamiento ante eventos que parecen tontos en la cotidianidad.

Vamos a darle un vistazo a algunas situaciones que nos provocan emociones negativas. Comencemos por poner algunos ejemplos:

Cuando algo o alguien agota nuestra paciencia y  nos “saca de quicio”; cuando alguien nos trata con agresividad;  cuando reconocemos injusticia a nuestro alrededor;  nos sentimos impotentes y entonces;  o estallamos,  o nos reprimimos.  Tanto una alternativa como la otra perjudican nuestra salud. Te vas a preguntar, y entonces ¿Qué hago? Comienza por hacer consciencia de que la ira ha penetrado en ti y no permitirle que permanezca por mucho tiempo.

Responder asertivamente a las agresiones es una forma inteligente de evitar echarle leña al fuego y continuar la confrontación. Defender nuestro punto de vista, sin ofender al otro. Recuerda un fuego no se apaga con fuego, sino con agua.  Preguntarte: ¿Qué podemos hacer para que esta situación no continúe? ¿Cuál es mi responsabilidad en lo que está ocurriendo?  Proponer discutir en otro momento, “enfriarnos”, buscar que haya una tregua de tiempo en el medio que haya hecho recapacitar a las partes. Sería aconsejable hablar del tema con un tercero de tu confianza para buscar imparcialidad y lograr sentir empatía con tu adversario.

La represión de la ira es igual de negativa, y puede generar cinismo o comportamientos pasivo agresivo futuros;  o sea,  mostrarte pasivo(a) al momento y luego explotar con algo o alguien que no tuvo nada que ver con lo que te pasó (agresivo).

Otra emoción negativa es el miedo irracional. La mayor parte de nuestros miedos no son reales.  Dice Mario Alonso Puig en su libro Reinventarse: “Mi vida estuvo llena de desgracias, muchas de las cuales, jamás sucedieron.”

¿Qué podemos hacer con el miedo?  Enfrentarlo. Hablarle. Reconocerlo.  Saber que está ahí como un ave que vuela en tu cabeza; pero sin dejar que haga nidos en ella.  Conocer su origen –probablemente tengas anclas de situaciones de tu pasado que detonan tu miedo.  Debes ser más inteligente que tu miedo y burlarte de él. ¿Cómo? Accionando hacia eso que temes de todas maneras. De esa forma se enfrenta. Las personas valientes no hacen las cosas sin miedo, hacen las cosas a pesar del miedo.

Otra emoción que altera nuestras emociones es la tristeza. Es natural que ante eventos de desgracia o situaciones de dolor nos sintamos tristes. El duelo es un proceso, y como tal tiene etapas que hemos de experimentar, sin que para ello haya un tiempo pre establecido.

La tristeza prolongada es la antesala de la depresión. Es muy común que aflore cuando revivimos un pasado que está lejos de repetirse. Frecuentemente nos concentramos más en lo que carecemos que en las bendiciones de lo que tenemos. Un buen ejercicio es  escribir – para encender el Sistema de Activación Reticular-las bendiciones que tenemos: la vida, los hijos, la salud, los amigos, las palabras amables. Preguntarnos ¿Qué debo aprender de lo ocurrido? ¿Qué lección vino esta persona o esta situación ensenarme para que yo crezca emocionalmente? ¿Cómo puedo a través de esta experiencia aportar a otros?

Por último,  tenemos no puedo dejar de incluir la envidia entre las emociones negativas. La envidia es uno de los grandes pecados capitales. Esta surge de la comparación de lo que otros tienen o poseen, tanto en el plano material como en el plano humano.  Sencillamente lo que te molesta de los demás es lo que tienes dentro de ti. Es una manifestación del ego, pero igual decía Bonaparte “La envidia es una declaración de inferioridad”. Si entendemos que cada ser humano tiene un talento único, dejaríamos de perder el tiempo deseando el talento del otro y buscar el nuestro.

Aceptar las cosas que no podemos cambiar implica un alto grado de madurez. Solo en la aceptación encontramos la serenidad. Comienza por preguntarte: ¿Estoy eligiendo conscientemente aumentar el tiempo que dedico a las cosas positivas y disminuir el tiempo que empleo en pensamientos negativos? Si es así, entonces estarás en el camino para lograr Gracia, Valor y Sabiduría, como dice Juan Carlos Cubeiro.  Tu vida dará un salto trascendental ya que serás el co creador de tu realidad.

Si entiendes que aún no has logrado controlar tus emociones negativas, busca la asistencia de un neurocoach. El coach podrá ayudarte a “mirar los acontecimientos de otro modo”, aprender técnicas,  colocarte en diferentes posiciones perceptuales (colocándote en lugar del otro)  para que logres decisiones más inteligentes emocionalmente.

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