In Manual para Divorciados

Siempre he dicho que una de los peores epidemias del siglo XXI es la soledad. Es contradictorio, pues hoy más que nunca la tecnología pone al alcance de las manos contactos, correos, e informaciones pormenorizadas de todo lo que pasa en el mundo. Sin embargo, aun con todos estos avances en la comunicación, nos estamos alejando cada vez más de la verdadera conexión: la que se produce entre personas que están justo una, al lado de la otra.

Existen muchas variables sobre el tema de la essaysbuy.net soledad. Y comenzamos distinguiendo que estar solo y sentirse solo no son sinónimos. La soledad escogida es terapéutica, es el tiempo que nos dedicamos a realizar y hacer las cosas que disfrutamos sin interferencias de otros. De hecho, no siempre estamos acompañados y saber navegar por espacios deliberadamente escogidos es necesario para nuestro crecimiento y desarrollo personal. Sentirnos solos es un sentimiento de aislamiento, es un vacío al no psychology-essays.com sentirnos incluidos en ningún proyecto o identificado con nada o nadie que sea o tenga a nuestro juicio, valor para nosotros. Esta sensación, sin una circunstancia que lo justifique, bien pudiera ser antesala de una depresión y tema a tratar por especialistas.

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Pero existe otro tipo de soledad, una que se dice que es la peor de todas: que es la que se experimenta estando en compañía de la persona que amas. Esa sensación de distanciamiento que se produce entre las parejas cuando se comienza a perder la comunicación o el interés del uno por otro. Se percibe como un abandono emocional, pues si bien tu media naranja esta presente físicamente, esta ausente emocionalmente. Cuando se comienzan a diseñar las excusas para pasar poco tiempo juntos o procurar que el tiempo que se comparta sea en compañía de terceros para nos encontrarse frente a frente en un espacio de intimidad.

Un ejemplo de “estar pero no estar” son las parejas que vemos que cuando salen, el número de palabras entrecruzadas es directamente proporcional a los años de relación. Sin embargo cuando están entre los amigos, quisieran que nunca acabe la noche porque la mascara social los ayuda a mantenerse unidos. Cuando esta se elimina se encuentran al borde del precipicio de la soledad.

Las parejas con un largo tiempo de relación lo encubren fácilmente señalando la rutina como una de las causas de la mudez. Alegan que después de muchos anos todo esta dicho o sobreentendido y no hace falta dialogar. “no hay que hablar porque mi pareja me conoce”; es una de las excusas tradicionales. Si bien es saludable una dosis de rutina, el amor de tu pareja no se debe dar por sentado, hay que inyectar creatividad a la relación para no caer en el aburrimiento. De eso deben cuidarse doblemente las parejas que tienen un trabajo común, porque llegan a casa y no tienen una novedad para compartir.

Por otro lado, la soledad en compañía también pueden experimentarla parejas de corto tiempo de relación. Simplemente hay personas que no les enseñaron desde pequeños a manifestar sus sentimientos y no aprendieron a expresarlos; hay otros que no se comunican por no mostrar su vulnerabilidad. Temen que al contar sus problemas lo encuentren incapaces de manejarlos y prefiere hablarlos con un amigo o amiga, quien será capaz de no juzgarlo tan severamente como su pareja. ¿Para que voy a hablar si mi pareja siempre me critica?
Salvo que usted este lidiando con una personalidad egoísta, de las que piensan que la relación es exitosa con una demanda unilateral de afectos, está la más dura de la soledad en compañía: la indiferencia. La merma del amor que no se reconoce y se prefiere seguir en el juego del todo perfecto, por las razones que sean, sin que ninguno de los dos se atreva a hablar francamente sobre sus sentimientos, averiguar las causas que estén provocando el distanciamiento y buscar soluciones conjuntas.

Lo más penoso es que muchas veces preferimos sentirnos solos, que quedarnos solos, porque el precio a pagar por la soledad es muy alto y optamos por la opción de la “compañía”. Sin embargo, la “compañía” no debe ser el motivo de nuestras escogencias. Para eso cómprese un perrito de mascota. Es preferible escuchar un ladrido que no la voz de la indiferencia.

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