In Manual para Divorciados

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“La esencia de las relaciones, no es el amor, es el poder”. Anónimo.

 

Todo aquel que juega sabe que tiene dos posibilidades: o gana o pierde.  Por supuesto que,  en cualquier contexto,  todos queremos ganar. Sin embargo, diariamente se evidencia una gran https://essaysbuy.net/custom-writing-service cantidad de personas que ponen en riesgo su salud emocional iniciando juegos peligrosos en relaciones de pareja.

Desde el cortejo del enamoramiento se muestran evidencias del rumbo de la relación, lo que pasa es que, como dicen por ahí, el enamoramiento es sinónimo de “en-amor-miento” y mostramos una faceta de nuestra personalidad lo más cerca posible del ideal que essaysweb-based.com desea nuestra pareja-objetivo.  Estos momentos que no dejan de ser los que crean más ilusión, son para muchas personas el inicio de un juego peligroso que se inicia en nombre del amor.

Como este tipo de “juego” no deja secuelas físicas o visibles, muchas veces pasan desapercibidos, ya que se tratan de juegos psicológicos que persiguen tomar el control de la relación desde el principio.

Uno de los juegos más comunes es, -supongamos que la víctima sea una mujer-  él la invita a salir, pasan un rato idílico de conversaciones amenas, momentos llenos de detalles, una despedida afectuosa y luego no la vuelve a llamar, desapareciendo del mapa por varios días. Esto provoca incertidumbre y deja a la chica pensando “en qué fue que metió la pata”, “si lo habrá ofendido en algo”, de manera que cuando llega el “desaparecido”,  el “abandonado” comience a esmerarse en complacerlo(a) porque su instinto le dice que puede ocurrir de nuevo.

También es muy común el juego de creerse que la pareja puede o debe leer la mente, retirándole el habla o haciendo reclamaciones usando sutiles frases como, “tú sabes el porqué me siento así, así que no preguntes”, “tú ya conoces lo que a mi me gusta de comer, porqué cocinaste esto”, “tu sabes que no me gusta que te pongas esa ropa”, pero el susodicho(a)  jamás había hecho un comentario sobre “sus gustos” o exigencias con anterioridad.

Otra trampa es jugar a las confesiones, ya que las parejas unidas deben “contárselo todo”.  Una vez obtenidas las informaciones comienzan los controles sutiles y cuando las cosas no marchan del todo bien, estas confesiones sirven de mecanismos de manipulación para echarle en cara a su pareja, su pasado, sus relaciones, sus amigos, sus secretos. . .

No puede faltar quienes participan jugando al “Adiós”, aquellos que viven en una continúa amenaza de irse, abandonar la relación, para luego volver, conciliarse y recomenzar el círculo vicioso de pleitos y reconciliaciones.

Otra de las insinuaciones más peligrosas es aquella que propone darle “vida a la relación” para involucrar a una tercera persona. Es casi imposible una intimidad entre tres y casi siempre dicha proposición agrede los valores de la pareja a quien se quiere convencer de que no hay nada malo en eso. Lo que suele pasar es que al final de la jornada uno del equipo se sentirá desplazado, tendrá la autoestima en el piso y la pareja habitual saldrá inevitablemente rota.

Escribiendo este artículo vino a mi memoria una ocasión en la que al invitarme con este tema en un programa de radio, todos suponían que me referiría a esos juegos tipo “Las Cincuenta Sombras de Grey”, un libro que estuvo muy de moda hace unos años y cuyo juego de sado masoquismo causó furor entre muchas mujeres que encontraron apasionante una relación con esas características.

Sin embargo mi intención era mucho más sencilla. Desde mi percepción, las propuestas consensuadas entre las parejas suelen ser menos peligrosas que aquellas que se inician imperceptiblemente. Estas son algunas situaciones pero existen numerosas.  Todas dan origen a un deterioro emocional hasta tal punto que aquellas personas que comenzaron siendo alegres y optimistas se convierten en seres marchitos, sin alegría y completamente solos y desconfiados. ¿Porqué entonces empezar a jugar?

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